MOISÉS BARRIOS

GUATEMALA, 1946.

Desde la década de los 80, Moisés Barrios ha sido fiel a la pintura como un medio para abordar temas que han sido fundamentales que han incidido en la construcción de la historia de su país, Guatemala. Uno de esos temas son los recursos naturales, el agua y la tierra como entornos que aseguran la vida o epicentros discursivos de grandes fenómenos y eventos políticos que surgieron desde los procesos de colonización, de independencia y creación de la República hasta los movimientos migratorios en años recientes.

Como gran contenedor de esa memoria histórica, el paisaje ha sido uno de los motivos más recurrentes en la trayectoria del artista, como entorno que expone los códigos de las visiones nacionalistas, utilitarias o de poder que la han conformado. Al observar la obra de Moisés Barrios, y en específico sus paisajes, hay algo en su manera de pintar que descoloca los modelos de postal turística heredados, aquellos que, históricamente, aportaron una noción regularizada de contemplar y nombrar el “paisaje guatemalteco” como uno de los grandes valores simbólicos locales.

La relación que Moisés Barrios estableció con la pintura de paisaje en específico y la naturaleza en general comenzó con sus frecuentes recorridos por el litoral del mar Pacífico en Guatemala, El Salvador, Costa Rica y el Caribe. Como persona que conoció el mar hasta los 17 años, ese paisaje se convirtió en un referente imprescindible para su obra artística. En el orden de lo tropical-literario o como metáfora de fenómenos naturales violentos como las tempestades y huracanes, fue el paisaje el generador de obras que se refirieron constantemente a las abundancias, desdichas y barbaries de la región.

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