Estas fotografías son analógicas, tanto en su toma, con negativos de gran formato, como en su ampliación, en papel plata sobre gelatina. Todas tienen una exposición lumínica de al menos una hora de duración.

Son tiempo abstracto encapsulado en retratos y representaciones de la naturaleza. Suscriben en la unidad de medida de su intercambio—una hora— , la métrica sustancial de la producción y el intercambio capitalistas, y por tanto son metáforas del tiempo en el marco de la deshumanización de las relaciones entre los mismos seres humanos. Mediante los procesos químicos que las constituyen sugieren ser huellas físicas de tiempo fetichizado en cuadros e imágenes, tanto de los retratados y los paisajes, como del que está detrás de la cámara. Son alegorías del tiempo humano materializadas en papel y objetos de contemplación. También, en oposición al canon del ‘instante fotográfico’, estas piezas consideran la representación del tiempo como continuidad y duración. Son, pues, una aproximación poética y fallida a la percepción del tiempo de lo humano y la imposibilidad de su representación precisa.